lunes, enero 28, 2008

Las nubes otoñales de la tarde fueron testigos de su renuncia, como tantos otros en la ciudad, no soportaba el manejo y la explotación, no daba para más.
Cuando empezó a caer la noche, destapó la cerveza que le fiaron en el camino a su departamento. Casi se queda dormido en el sillón, fue el insistente timbre del delivery el que lo despertó.
Se entreteniá más con la lluvia torrencial que con el partido, curiosamente, Central y Banfield volvieron a pactar un 0 para no descender.
Un amigo tenia un cumpleaños, otro andaba de viaje, y su fiel compañero cumplia meses con su novia, era un viernes totalmente robado, lleno de angustia, que nunca se iba a recuperar.
Paró la lluvia cerca de la medianoche y decidió ir a dar una vuelta por el barrio, como siempre, encontrando en cada cara un mundo, volvió a su guarida después de tres cuartos de hora.
Sabía que algun día iba a necesitar de aquel whisky que le regalaron, con él, y unos hielos se puso a ver fotos, muy viejas, viejas, recientes...
Lo levantó del suelo un malestar que conocia muy bien, corrió hacia el baño, después del vómito estalló en un llanto, se reincorporó, se lavó la cara.
Mientras se acostaba, abrió el cajón de su mesita de luz, tenía una foto con ella, la sonrisa en la oscuridad le duro varios minutos, los mismos que tardó en quedarse dormido