sábado, septiembre 22, 2007

Vida de estacion

Su casa, llena de pasajeros, no tiene puertas ni ventanas. Ahora mismo me siento en lo que debe o puede ser una de sus camas, frías maderas pintadas de azul.
Una vieja gorra negra, y una sucia campera de jean lo acompañan siempre. Pero no son tan llamativos como su caja. esa caja de cartón que siempre lleva con el. Apenas se ven algunas de las cosas, algo inútiles, que la llenan.
Mientras lo miro fumar su segundo cigarrillo en cinco minutos, veo su suerte de control remoto, o mejor dicho, algo muy diferente a un control remoto, pero en su mundo parece tener ese uso. Esta vez serán unos ocho vasos descartables sostenidos muy prolijamente por dos cartones, uno de vino.
Se fue el tren por el otro anden, y esta vez no le dio el permiso ni le tiro un rayo laser.
Que compleja la mente humana...


Llegó el tren!

2 comentarios:

Péto dijo...

muuuy bueno

Jeza dijo...

Me gustó mucho!
Esas situaciones rutinarias permite que uno termine conociendo a diferentes personas, sacando conjeturas de su vida y proyectando su futuro.
Salute Patineta!